Aunque no especialmente melodioso, el hornero es un cantor notable. El canto acompaña al cortejo y a la relación de pareja y se emplea para delimitar territorio.
Su abundante presencia en vastas zonas del país, la confianza con que se acerca al hombre y a su vivienda - cerca de la cual anida frecuentemente -, lo llamativo de su canto y lo peculiar de su nido hicieron que estimularan fuertemente la imaginación popular y se convirtiera en figura familiar en el inventario de creencias y relatos tradicionales.
Su abundante presencia en vastas zonas del país, la confianza con que se acerca al hombre y a su vivienda - cerca de la cual anida frecuentemente -, lo llamativo de su canto y lo peculiar de su nido hicieron que estimularan fuertemente la imaginación popular y se convirtiera en figura familiar en el inventario de creencias y relatos tradicionales.
Macho y hembra casi no se pueden diferenciar visualmente, pues ambos tienen un aspecto muy similar.
En la primavera realiza el galanteo que tiene un comportamiento específico en el cual se destaca el canto a dúo. La pareja se enfrenta batiendo las alas, con la cabeza erguida y sacando pecho; cuando comienza el canto, las alas quedan colgando, el cuello queda extendido y con la cola abierta. Enfrentados entonces, comienza el canto a dúo.
El canto a dúo no es exclusivo del galanteo, pues cantan así también para reconocerse cuando están cerca del nido, para mantener el vínculo o para avisar el regreso durante la incubación al compañero que a quedado dentro de aquel.
Los horneros viven en parejas –algunos afirman incluso que las uniones duran de por vida–compartiendo las actividades inherentes a la construcción del nido, la incubación de los huevos, la obtención de alimentos y el cuidado de los pichones.
Ni un plumaje colorido, ni un canto melodioso o un tamaño espectacular, ni tampoco un vuelo sostenido podrían dar fama al hornero. Es un pájaro pequeño de unos 54 g de vuelo escaso y no muy rápido.
Tiene ojos, patas, y plumas de color pardo terroso como su nido. Mejor dicho, su plumaje predominante es pardo, es más rojizo en el dorso y blanco en la garganta. Sin embargo la parda y movediza figurita del hornero es bien conocida por los habitantes de América del Sur de donde es oriunda la especie.
En la Pampa Argentina se lo cree de buen augurio y en el Paraguay se le agradece en cierto modo el invento del rancho, ya que la leyenda sobre el origen del nombre Alonso García –como se denomina al hornero- afirma que así se llamaba quién imitando sus nidos, construyó el primer rancho de barro.
Quizás ese nido familiar, y el sentido ejemplar que se le ha dado, expliquen que se eligiera al hornero como “ave de la patria”.
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