El desarrollo de la música folklórica argentina es fruto de una heterogénea urdimbre cultural donde se combinan el elemento indígena y la cultura de conquista, incorporada gradualmente a lo largo de casi tres siglos en un proceso de aculturación que se realiza desde la elite urbana hacia las clases campesinas y se conforman combinando tres aspectos: la música, la poesía y las danzas.
Los sectores populares no tan afectos a cambios, tendieron a mantenerlas y transmitieron a sucesivas generaciones, permitiéndoles adquirir el carácter de regionales. Ello no indica carencia de capacidad creadora. Con elementos conocidos, el pueblo "combino", "creo", elaboró nuevas especies sin abandonar las anteriores, lo que explica el elevado numero de danzas de campaña dentro del repertorio.
Todo este intrincado proceso de búsqueda afanosa de una inspiración nacional desembocaría en el aporte de todos los sectores, en la conformación de un patrimonio musical, poético y coreográfico autentico.
En un mundo tan globalizado e interrelacionado, mantener las tradiciones y signos característicos de los pueblos y las naciones no es tarea fácil.
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