“La música de la ciudad estaba trazada sobre el pentagrama oscuro de las pasiones humanas. En cambio, la música de nuestro campo estaba conformada sobre la naturaleza. Con excepción de la vidala, canción cuya universalidad habrá de consumarse un día, todas las expresiones musicales del folklore norteño trasuntan las formas del paisaje y animan sus movimientos en la fuerza de la naturaleza. La música del campo es objetiva, la de la ciudad subjetiva.”
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