Nuestro homenaje: Hace 140 años moría el Cacique Ignacio Coliqueo

ROSTRO MANSO, INDIO AMIGO En su libro “ Coliqueo, el indio amigo de Los Toldos”, el Padre Meinrado Hux incluyó un retrato del cacique Ignacio que representa un enigma no resuelto dentro de la historia de la fotografía. Se trata de una “fotografía a lápiz” - técnica equivalente a la fotocarbonilla - que se realizaba sombreando sobre fotografías muy tenues hasta darle la apariencia de un dibujo. Esa imagen lleva como identificación la leyenda “ Casa Manbach, Buenos Aires” , pero sin firma ni fecha

La apariencia del cacique está muy lejos de ser la de un temible guerrero,por el contrario es la imagen de un hombre sereno y cordial , exactamente la de un hombre uniformado, un indio, pero un indio amigo...

Fue un 16 de febrero de 1871. “El festejo de carnaval se acercaba. En alguna pulpería, el Cacique Ignacio Coliqueo jugaba con algunos gauchos, apostando como los ricos. Y como era día de calor, se hacía honor a la caña y al vino carlón en bota. Las jugadas se volvieron cada vez más ruidosas y terminaron en una contienda seria entre un criollo matrero y el “Gulmén””.  Los testimonios orales y escritos recogidos por el P. Meinrado Hux y publicados en su obra “Coliqueo el indio amigo de Los Toldos”, dan detalles de los sucesos con notable alcance. 

Algo sucedió en aquel juego y el matrero montó a caballo y se dio a la huida. El cacique subió a su animal y lo persiguió para echarle caza junto a los suyos, pero el destino le tendió la trampa y ante el pozo de una vizachera cayó de su caballo y “la muerte lo esperó en la rodada”. 

Gravemente herido de muerte, el Cacique fue llevado a su ruca donde habló con sus hijos quienes luego confesaron que les pidió lealtad a la Nación Argentina, siguiendo su visión de alianza con el blanco y conversión de su tribu al catolicismo y el Estado Nación. 

Luego de fallecer, fue velado por 24 horas junto a su caballo, vestido con su traje de Coronel del Ejército. De acuerdo a los testimonios el cuerpo fue enterrado en un cajón de madera en la Laguna (hoy llamada “La Azotea”), aunque luego se dice fue trasladado a otro sitio por temor a los robos de tumbas de caciques. En la ceremonia se mataron tres caballos y una yegua gorda que fueron enterrados junto al difunto. Se dice que era costumbre sacrificar también a la mujer del muerto, pero en este caso no se hizo. La crónica del Diario La Verdad del 25 de febrero de 1871 relató que en momentos de dar sepultura y realizar la ceremonia llegó el Coronel Boerr, jefe de Frontera de la zona, acompañado por otros funcionarios y el estanciero Segundo rubio. Boerr, con un traductor, hizo uso de la palabra “haciéndoles comprender que ya no eran indios salvajes, que se hallaban en un centro de civilización, y que, por lo tanto, debían abandonar aquellas costumbres de salvajismo”. Acto seguido, Boerr llamó a los capitanejos y realizó el nombramiento del nuevo cacique Justo Coliqueo y segundo su hermano Simón Coliqueo. Luego hablaron los capitanejos Mariano Coyfin y Francisco Calfuqueo. No se descarta que luego de despedir a los visitantes, la Tribu haya realizado de todos modos el ritual de acuerdo a sus costumbres. 

Durante el Siglo XX se recordó al Cacique como el hombre que dió inicio a este pueblo, y permitió la supervivencia de su pueblo, en una época de enfrentamiento y matanzas de comunidades enteras. Con el paso del tiempo, en los últimos años surgieron discursos mapuches que cuestionaron la posición política que implementó Coliqueo de alianza al Estado Argentino, en desmedro de su propia cultura mapuche.

Más allá de los debates y las miradas, la figura del Cacique Coliqueo es fundamental  para nuestra historia. Su asentamiento sobre las 6 leguas cedidas por Mitre para la ubicación de la Tribu en el marco de un plan de contención de las amenazas de malones de indios no amigos, generó que se construyera un centro social con miles de personas que luego dio lugar a la fundación de “Los Toldos nuevo”, en 1892. 

Con esta breve reseña sobre los sucesos de hace exactamente 140 años, deseamos recordarlo, homenajearlo.